Discapacidad intelectual y actividad física

 



La actividad física tiene muchos beneficios que pueden mejorar la salud física y emocional. La falta de actividad física aumenta el riesgo de muchos problemas médicos, como enfermedades cardíacas, diabetes, obesidad y mala calidad ósea. Los estudios sugieren que las personas con discapacidad intelectual, en comparación con el resto de la población, han disminuido la aptitud y la fuerza cardiovascular. 

Visión general 

La discapacidad intelectual es la discapacidad del desarrollo más común y se refiere a la limitación de una persona en la función cognitiva y otras habilidades como la comunicación y el cuidado personal. Tal discapacidad puede limitar la participación de uno en muchas actividades, incluidos los programas de acondicionamiento físico. 

Se ha demostrado que los programas de actividad física diseñados para personas con discapacidades intelectuales mejoran las características físicas, como la condición física cardiovascular, la fuerza, el peso y el equilibrio. Además, la actividad física aumenta la autoestima y puede mejorar el comportamiento. La participación en clases grupales o eventos ofrece una salida social tanto para el participante como para los cuidadores. 

Los programas de actividad física generalmente se centran en diferentes tipos de entrenamiento, como acondicionamiento aeróbico, entrenamiento de fuerza, flexibilidad o estiramiento y equilibrio. Las personas pueden beneficiarse de cualquiera o de todos estos. 

Examen y evaluación 

Antes de comenzar cualquier nuevo programa de acondicionamiento físico, es una buena idea consultar con su médico. Las personas con discapacidad pueden tener afecciones médicas que justifiquen algunas precauciones antes de que se les autorice a participar. 

 El síndrome de Down es una condición genética común asociada con discapacidad intelectual que también se asocia con la laxitud ligamentosa (articulaciones sueltas) y bajo tono muscular (disminución de la fuerza o control de los músculos). Debido a que los ligamentos ayudan a estabilizar las articulaciones del cuello, las personas con síndrome de Down pueden tener un mayor riesgo de lesión de la columna cervical durante ciertos deportes o actividades. Por lo tanto, el médico puede recomendar una serie de radiografías del cuello antes de participar. 

El trastorno convulsivo es otro ejemplo de una afección que afecta a algunas personas con discapacidad intelectual. La actividad convulsiva puede evitar que las personas participen en ciertas actividades. Además, los medicamentos pueden tener efectos secundarios que deben considerarse. 

El estado nutricional y la composición de la grasa corporal varían entre los individuos y pueden afectar la tolerancia al calor y al frío. Es importante beber muchos líquidos y usar ropa adecuada para actuar de manera segura en diferentes entornos. 

Opciones de actividad 

Actividad aeróbica: la actividad aeróbica, a veces denominada entrenamiento cardiovascular o físico, es una actividad de intensidad moderada a alta que puede mantenerse durante un largo período de tiempo. Se basa en el uso repetido de grandes grupos musculares. Los ejemplos incluyen caminar, trotar, andar en bicicleta, nadar, usar sillas de ruedas, bailar u otras actividades que pueden mantenerse a un ritmo moderado. Los beneficios incluyen mejoras en la respiración (respiración), resistencia, salud cardiovascular (eficiencia del bombeo del músculo cardíaco, circulación y presión arterial), salud mental (disminución del estrés y la depresión), regulación del azúcar en la sangre (disminución de la diabetes) y salud ósea. Para lograr beneficios, la actividad aeróbica debe realizarse durante al menos 30 minutos a la vez, tres días a la semana. 

Entrenamiento de fuerza: el entrenamiento de fuerza, también conocido como entrenamiento con pesas, es un ejercicio físico que utiliza la resistencia para inducir la contracción muscular. Los ejemplos incluyen flexiones de brazos, levantamiento de pesas, así como deportes como lanzamiento de peso, lanzamiento de disco y lanzamiento de jabalina. Los beneficios incluyen aumento de la masa muscular, huesos más fuertes, control de peso, mejor equilibrio, atención mejorada y síntomas reducidos de afecciones crónicas como dolor de espalda, artritis, obesidad, enfermedades cardíacas y diabetes. Los ejercicios de entrenamiento de fuerza se centran en los principales grupos musculares y a menudo se realizan en series de diez a quince repeticiones. Para lograr los beneficios, se debe realizar al menos un conjunto de ejercicios de cada grupo muscular principal al menos dos días por semana. Es importante ejercitar los músculos a ambos lados de una articulación para evitar el desequilibrio muscular. 

Ejercicios de estiramiento: el estiramiento se puede hacer en cualquier momento y se debe hacer antes y después del ejercicio. El estiramiento mejora la flexibilidad y el rango de movimiento de las articulaciones. La clave para estirar es realizar el estiramiento lenta y continuamente sin rebotar. Se recomienda mantener un estiramiento durante al menos 10 segundos, pero los músculos que tienen espasmos o están muy tensos se deben estirar por más tiempo. Los beneficios incluyen una mejora en el movimiento, disminución del dolor y la espasticidad, y disminución de las lesiones. 

Ejercicios de equilibrio: los ejercicios de equilibrio se pueden hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. Los ejemplos incluyen pararse sobre un pie, caminar de talón a punta (como si estuviera en una cuerda apretada) o levantar las piernas de lado. Estos ejercicios son útiles para prevenir caídas y generar confianza. 

Empezando 

La Sociedad de Ortopedia Pediátrica de América del Norte (POSNA) cree que todas las personas con discapacidad intelectual deben ser alentadas a participar en el ejercicio físico. Muchas actividades se pueden realizar individualmente en casa; sin embargo, hay un beneficio social adicional si uno sale y hace ejercicio con otros. Muchos centros de acondicionamiento físico ahora ofrecen programas diseñados para personas con discapacidades intelectuales. Organizaciones como las Olimpiadas Especiales brindan entrenamiento deportivo durante todo el año y competencia atlética para niños y adultos con discapacidades intelectuales. Comenzado en la década de 1960, el alcance global de Olimpiadas Especiales ahora se expande a 4.4 millones de atletas en todo el mundo con 80,000 eventos y competiciones que se realizan anualmente


Por qué pasear lo cura (casi) todo

Varios ensayos clínicos y experimentos han demostrado que caminar tiene distintos beneficios físicos y mentales, incluso aunque los paseos sean breves

Paradójicamente, en el hiperactivo siglo XXI, pasear y divagar empieza a tener buena prensa. Preguntado un neurocientífico por los beneficios de andar sin rumbo, dedica 20 minutos a enumerar las buenas razones que tenemos para deambular entre 20 o 30 minutos cada día. “Pasear tiene dos vertientes, cuando lo haces por sitios conocidos y cuando vas por lugares nuevos. Si paseas por sitios que ya conoces, los primeros efectos positivos son los de activación cardiovascular: quien mueve las piernas, mueve el corazón. Mientras paseas giras la cabeza, el campo visual va cambiando y se encuentran estímulos visuales a la derecha y a la izquierda, de esta manera se activan ambos hemisferios cerebrales, el paseo los pone a hablar entre sí. Esto es un magnífico ejercicio, pues en el cerebro, un hemisferio suele dominar sobre el otro”, dice el doctor Bruno Ribeiro, profesor del Departamento de Anatomía Humana y Psicobiología de la Universidad de Murcia.

Ribeiro explica que, si se hace de forma consciente “estando aquí y ahora”, el paseo se transforma en un acto meditativo. “Para eso hay que abstraerse de pensamientos del pasado y del futuro y concentrarse en el presente. Es muy difícil, pero si se consigue, el paseo tendría todos los beneficios de una meditación. A veces las personas con dificultades para hacer una meditación clásica pueden conseguirlo durante un paseo "

Pasan aún más cosas en el cerebro cuando paseamos por sitios desconocidos, según indica Ribeiro, como que se libera dopamina, “un neurotransmisor que marca la novedad en el cerebro y sirve para identificar el peligro o para prestar atención. Un buen aporte diario de dopamina elevará otro neurotransmisor, la serotonina, que es la responsable del estado de ánimo. El paseo ayuda a mantener ambos neurotransmisores en niveles altos”.

Los flâneurs, aquellos románticos paseantes parisinos, fueron identificados por Charles Baudelaire como “observadores diletantes de la vida urbana”. Al principio se les consideraba gente vaga, sin oficio ni beneficio, hombres de poco provecho, dedicados a perder el tiempo. El Gran Diccionario Universal Larousse del siglo XIX de 1872 los describió de un modo ambivalente, inquietos y holgazanes a partes iguales. Pero por esa época también empezaron a aparecer los defensores del arte de pasear. El escritor y crítico literario Charles A. Sainte Beuve dejó escrito que la flânerie era “lo opuesto a no hacer nada” y Balzac, que deambular era “gastronomía para los ojos”.

¿Qué se sabe hoy de los beneficios de pasear? Varios ensayos clínicos y experimentos han demostrado que el deambular mental del caminante propicia la creatividad. La explicación es que como no se requiere un esfuerzo consciente para andar, la atención se libera, se abre a nuevas imágenes y asociaciones, la mente lo mezcla todo. Precisamente es el estado perfecto para innovar. Lo comprobaron dos profesores de la Universidad de Stanford, Marily Oppezzo y Daniel Schwartz, en una serie de estudios en 2014 que midieron cómo caminar cambiaba en cada momento los niveles de creatividad. En los cuatro experimentos, 176 estudiantes tuvieron que completar varias tareas de pensamiento creativo mientras estaban sentados, andando sobre una cinta de correr o paseando por el campus. En una de las pruebas se debían buscar usos atípicos a objetos de la vida cotidiana, como un botón o un neumático. Lo que comprobaron fue que cuando los estudiantes andaban se les ocurrían hasta seis veces más usos para esos objetos que cuando hacían la prueba sentados. Sin embargo, en las pruebas que requerían una respuesta única y precisa se cometieron más errores cuando el grupo iba paseando. Los investigadores concluyeron que dejar la mente a la deriva en un mar de pensamientos era bueno para crear, pero no para encontrar una solución única a un problema.

Por dónde paseamos también importa. No es lo mismo andar por un bosque que hacerlo por una ciudad. Un estudio de la Universidad de Carolina del Sur, dirigido por el profesor Marc Berman, comprobó que los estudiantes que paseaban por una arboleda tenían un rendimiento mejor en una prueba de memoria respecto a los que andaban por la ciudad. Existe una pequeña pero consistente selección de trabajos que sugiere que deambular por espacios verdes puede resetear los recursos mentales que se agotan rápidamente en los entornos urbanos creados por el hombre. El argumento de sus autores es que la atención es un recurso limitado que se acaba a lo largo del día. Una esquina llena de gente, con ruido de tráfico, luces y vallas publicitarias consumiría nuestra atención rápidamente, mientras que en un paseo por la naturaleza, en un ambiente sin grandes estímulos, la mente podría desplazarse de una experiencia sensorial a otra y descansar.

Las personas que olvidan cosas con frecuencia también podrían mejorar su memoria con un breve paseo enérgico, pero en este caso la clave está en la palabra enérgico. Según Rong Zhang, profesor de Neurología en el Peter O’Donell Jr. Brain Institute en UT Southwestern, para mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro deberíamos aumentar el ritmo cardiaco durante el paseo. Esto significa sentir algo de dificultad para respirar y tener problemas para mantener una conversación. En su trabajo, un grupo de personas mayores y de mediana edad mejoró la memoria y la función cognitiva con una caminata de media hora durante cinco días a la semana. Un año después, un estudio de seguimiento corroboró estos resultados. Ambos trabajos sugieren que se necesita mantener estos niveles de actividad al menos durante un año para comenzar a notar mejoras en la memoria y la cognición.

Y si usted es de los que se queda atrapado en bucles de pensamientos rumiantes, pasear también es para usted. Una breve caminata será suficiente para cambiar el foco de la obsesión. En 2020, un estudio publicado en la revista The Journal of Environmental Psychology demostró que andar 30 minutos era suficiente para romper una espiral obsesiva de pensamiento negativo. “La caminata interrumpe el ciclo y nos saca del bucle de pensamientos, ya sea porque el paisaje redirige nuestra atención o porque el ejercicio físico exige cierta concentración”, escribieron los autores.

Para conseguir beneficios cardiovasculares y protección para algunos tumores y enfermedades crónicas, los paseos no tienen que ser muy largos. Según los resultados publicados recientemente por la revista British Journal of Sports Medicine, bastarían 75 minutos semanales de actividad física moderada, la mitad de la recomendación clásica de la OMS, para prevenir una de cada 10 muertes prematuras. Tras revisar 196 estudios con 30 millones de personas, los investigadores comprobaron que el ejercicio moderado frente a no hacer nada reducía en más de un 30% la probabilidad de una muerte prematura por cualquier causa, en un 29% la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, y en un 15% las muertes por cáncer.

Otro trabajo realizado en 11 centros de Atención de Primaria en España analizó los mínimos necesarios para beneficiarse del ejercicio físico moderado, y concluyó que 50 minutos a la semana de caminar a buen ritmo reducía en un 30% la mortalidad. La importancia de este hallazgo es que para las personas que llevan años de vida sedentaria los beneficios empiezan a notarse con incrementos pequeños de actividad física. Si no se llega a los 150 minutos recomendados, andar 50 minutos semanales a buen paso empezaría a cambiar el estado de la cuestión. No hay un umbral mínimo para conseguir beneficios, siempre se gana paseando.

El filósofo francés Frédéric Gross, autor del ensayo Andar, una filosofía (Taurus), también cree que para pensar bien hay que levantarse de la silla y salir a pasear. “Para pensar libremente hay que hacerlo al aire libre, ligero, como el caminante”, escribe. En su libro cuenta los paseos, más que amortizados, de grandes pensadores como Nietzsche, Rousseau o Montaigne. No es que pensemos peor cuando estamos inactivos, pero se nos suelen ocurrir ideas estáticas. “A uno le vienen las ideas precisamente porque no las busca”, dice. Gross recomienda hacer apuntes durante los paseos, en la libreta o en el teléfono, porque son ideas buenas, dice, pero ligeras y frágiles, fáciles de olvidar. Y sería una pena porque si hacemos caso a Nietzsche, “solo tienen valor los pensamientos que nos vienen a la cabeza mientras andamos”.

Fuente: El País






Comentarios

  1. Qué bonito...andar lo cura casi todo y que cierto es...me encanta andar,observar mientras ando, es el mejor deporte y con sólo 30 minutos es suficiente aunque a veces estaría horas y horas andando. No soy de gym . Pero sí de pasear, andar, ....👌👍👏💞💕🦋🎉

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    1. Eso está muy bien. Gracias por comentar en este blog 😊 💕 💝🥰🧚‍♀️🌹🧜‍♀️🦋🤗😘😘

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