Discapacidad y Salud Mental
La salud mental y física y el bienestar social son componentes vitales
inextricablemente ligados. Con el desarrollo del conocimiento acerca de esta interrelación, surge más claramente que la salud mental es crucial para asegurar el bienestar general de los individuos, sociedades y países.
En la mayor parte del mundo, no se le atribuye a la salud mental y los trastornos mentales la misma importancia que a la salud física. Por el contrario, la salud mental ha sido objeto de abandono e indiferencia.
La magnitud, el sufrimiento y la carga en términos de discapacidad y costos para los
individuos, las familias y las sociedades son cada vez mayores y van en crecimiento. En los últimos años el mundo se ha tornado más consciente de la enorme carga y el potencial que existe para hacer progresos en salud mental.
Este trabajo da cuenta de que invertir en salud mental ahora, puede generar enormes beneficios en términos de reducción de la discapacidad y la prevención de muertes prematuras. Estas prioridades son harto sabidas y los proyectos y actividades que se requieren son claros y posibles.
Fuente: Psiquiatría.com
La idea, inicialmente, es razonable: la salida a un problema generalizado no debe sustentarse en la responsabilidad individual, sino actuando colectivamente sobre los determinantes sociales de la salud mental: desigualdades de renta, condiciones de trabajo, discriminación... En esta línea está el informe encargado por el Gobierno sobre precariedad laboral y salud mental o la consideración de la depresión como entidad política de Mark Fisher (difundida por Íñigo Errejón o Eduardo Madina). Si llevamos una vida más próspera y confortable, se supone que nuestra salud mental mejorará. Tiene lógica, pero también dos problemas, o riesgos: que entonces cada opción política (de izquierdas o derechas) hable de querer “mejorar la salud mental” de los ciudadanos y el concepto se convierta en un mero señuelo ideológico. Porque se supone que las distintas opciones políticas —aunque no sean las nuestras—, aspiran al bien común y a la prosperidad, unos con unas políticas y otros con otras (creer lo contrario denotaría cierto fanatismo). El segundo escollo es que el malestar psicológico no siempre correlaciona linealmente con los niveles de pobreza y adversidad. Los focos de hastío de nuestra época se producen a veces en barrios acomodados de París, Nueva York o Berlín.., no en Bangladesh o Nairobi, que parecen tener más motivos. La crisis de la salud mental no estalló tras las devastadoras guerras mundiales ni en la gran hambruna china de Mao Tse Tung, sino que lo ha hecho en nuestro momento actual, en el que hay inestabilidad, precariedad y todo es mejorable, sí, pero en el que la pobreza extrema se ha reducido a la tercera parte entre 1999 y 2019. En resumen, es indudable que las condiciones sociales son importantes, pero ¿de verdad que ahí se acaba la cuestión?
Todas las dimensiones de la salud mental son importantes y no excluyentes, pero quizá es preciso ampliar el encuadre y analizar cómo vivimos y con qué propósito, hacernos preguntas que incrementen nuestra perspectiva existencial. En la época de los crecientes intentos de suicidio de los adolescentes, rescatar a Viktor Frankl y simplemente preguntarnos: ¿por qué vivir? (“Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”). Leer a Byung-Chul Han para tratar de entender esta “sociedad del cansancio”, producto del narcisismo, el multitasking y la tiranía de la positividad, o, en nuestro medio, a Javier Gomá o Jorge Freire, quienes —entre otros— han abordado la necesaria construcción de un sentido significativo, que haga posible tolerar la adversidad. Dice éste último en su fenomenal ensayo Agitación (Páginas de espuma, 2020): “Para que cese el sufrimiento, es necesario dejar de escapar del dolor”. Abordar esta compleja crisis de la mano de Montaigne, Albert Camus, Martin Buber y de aquellos otros muchos pensadores que defendieron que la principal función de la filosofía es enseñarnos a vivir.
La discapacidad mental es la más maltratada por la sociedad tanto la persona que la padece cómo la familia que le rodea...los estigmas sociales son muy grandes todavía...en fin, a nosotros los que nos da fuerzas y ánimos para seguir la vida adelante es el amor de Dios, y la confianza puesta en Él y en los médicos psiquiatras...🙏🙏🙏❤️❤️❤️🌹🌹🕯️🕯️🕯️💞💔😇😇👍👌
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar, estar ahí siempre. Mucho ánimo y fuerza 💪🏻 😘 💕 💜 🧚♀️🌹🧜♀️🦋🤗😘😘
EliminarGracias bonita mía 😘💞🌹🕯️🙏 Dios te bendiga 😘
ResponderEliminarCuando una persona está bien,no entiende el papel tan importante de los psicólogos en las personas con algún problema,son imprescindible para familias
ResponderEliminarGracias por tu comentario 😊😍🧞🧜🧚🥰☺️🤗🌞😙😙
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