Discapacidad y discurso interior
En el paraíso interior de tu mente se cultiva lo que eres. Cuida tus palabras y tus obras. Porque eres lo que muestras. Porque eres lo que dices, lo que piensas.
Cuida tu discurso interior. Porque sacarás más provecho a la vida, si te quieres y tienes un discurso interior amable y bondadoso. No te machaques ni te culpes. Quiérete y se notará en el exterior.
En el paraíso interior de tu mente se cultiva lo que eres. Cuídalo y tendrás un tesoro potencial de sabiduría y bienestar, pues ahí nace lo que proyectas al exterior.
Si eres amable y bondadoso contigo y te quieres, querrás a los demás. Primero resuelve tus conflictos internos antes de proyectar nada.
Filtra. Filtra tus pensamientos, tus locuciones internas, pues es el paso previo a lo que proyectas al exterior. Si eres cuidadoso con esto, tendrás mucho adelantado.
Quiérete y gana confianza contigo misma. Filtra, Filtra todo lo que puedas. Calla y cuenta antes de hablar, respira hondo antes de hablar, antes de proyectarte. Piensa que parte quieres proyectar de ti. Que parte quieres exponer al juicio de los demás. Mientras más confianza ganes en ti misma, menos te importará el juicio de los demás.
Se natural, y si te quieres, y has resuelto tus conflictos internos, ganado confianza y cuidaste tu discurso interior, ya puedes proyectar con toda confianza y naturalidad lo que quieras proyectar, no te olvides de filtrar tus pensamientos y ya lo tienes, puedes comunicar lo que quieras.
Ahora viene la segunda parte. Cuida tu lenguaje, escoge palabras cultas, pero que se entiendan, cultiva tu discurso, ahora sí, el discurso exterior, adquiere vocabulario, mira el diccionario siempre que dudes de una palabra y ya lo tendrías. Ya eres una comunicadora.
No me refiero a que hagas discursos, sino que ya puedes hablar con confianza en ti misma, en círculos de amigos, más o menos grandes y en círculos, más o menos conocidos, como en el grupo de trabajo, en un viaje en grupo o hasta en la presentación de un libro, como fue mi caso. Ya te puedes defender hablando sin temor en todos los sentidos.
La clave está en filtrar tus pensamientos, mostrarte natural y cuidar tu lenguaje exterior tanto como tu discurso interior.
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Hay gente que nunca experimenta el monologo interior. Y no entienden cómo podemos vivir así el resto.
Respiramos de forma mecánica, pero en el momento en que nos piden que pensemos en cómo lo estamos haciendo somos incapaces de huir de la autoconsciencia de este acto. Lo mismo nos sucede cuando nos preguntan algo aún más rebuscado: ¿y tú, cómo piensas?
El año pasado @KylePlantEmoji inició un debate en Twitter que inició un terremoto cuyas ondas siguen llegándonos a día de hoy en forma de nuevas discusiones en distintas redes sociales y artículos en la red. Hay gente que tiene diálogos internos narrativos y hay gente que asegura que no, es decir, hay un grupo de personas que no tiene a una camarilla de gente, generalmente con su propia voz, diciéndole cosas todo el día en la cabeza, muy especialmente al final de la noche, para así posponer un poco más el ansiado descanso reparador. Por supuesto, tanto las personas de un bando como las del otro dejaron ver que alucinaban con el modo de ser de sus contrarios.
Para unos sería una tortura tener la radio siempre activada, mientras que los otros no entendían cómo sería vivir en una especie de agujero negro sonoro.
Por cierto, no es lo mismo que la afantasia, o incapacidad de "imaginar" haciendo imágenes mentales, que es algo que también le ocurre a algunas personas y que ya vimos aquí. Aunque, como veremos más adelante, está relacionado.
Una de las cosas que más señalan los afónicos interiores es que ellos se topan con un problema a la hora de hablar: notan cómo tenían los pensamientos o las ideas a expresar en la cabeza, pero a la hora de convertirlo en un discurso en alto necesitan algo más de tiempo que lo normal para "ordenarse" y "traducir" a palabras lo que querían decir.
Hablar con uno mismo y no escucharse
Dos de las cosas que señalan los expertos son las siguientes: es muy probable que el diálogo interno de muchas personas se inicie en la infancia, cuando los niños repiten las palabras y frases que están oyendo, a modo de fijación pedagógica, y algún adulto les hace ver que pueden repetir esas palabras en su mente, sin decirlas en alto. Ahí empezamos a imaginar con palabras. La otra es que la conversión de las abstracciones a lenguaje nos ayuda a esa esencial tarea del ser humano que es fijar las experiencias y dar una interpretación narrativa del mundo.
Es por estos factores que muchos psicólogos no creen que la gente no hable en su cabeza, sino que simplemente no le prestan atención o tienen formas indefinidas de formar ese runrún, porque somos muy malos describiendo esos procesos mentales. Se ha descubierto que las personas con discapacidad auditiva tienen monólogos internos que involucran señas. También que muchos ven imágenes, una combinación de imágenes y palabras o incluso sienten emociones en sustitución de las palabras. Paradójicamente se cree que las personas con monólogos interiores dialogados más potentes son también los que son capaces de crear imágenes mentales más desarrolladas.
Entonces, ¿cuánta gente tiene monólogo interior y cuánta no? No está claro, se cree que un 90% de personas sí lo hace en algún grado, mientras que un 10% no. Como casi todas las pruebas hechas son de cuestionarios de autopercepción son por ello bastante incompletas, pero un pequeño estudio de 2011 con seguimiento cogió a una muestra de estudiantes y le pidió, en momentos aleatorios, que apagasen los buscas y anotasen qué tipo de pensamiento estaban teniendo en ese momento.
Resultados: "Los sujetos experimentaban una conversación interna, de media, en el 26% de los casos que les alertamos. Pero había enormes diferencias entre individuos. Algunos nunca reportaron sentir que tenían pensamientos internos y otros reportaban hacerlo durante un 75% del tiempo".
Fuente: xataka.com
Yo tengo este discurso interior desde pequeña, me acompaña y me facilita el discurso exterior ¿O me lo dificulta? Ahora lo pongo en duda, pues es verdad que tengo que ordenar mi discurso antes de exteriorizarlo, por eso creo que me cuesta más hablar (como yo digo, para a fuera, que para dentro) Dentro de mi cabeza todo el discurso está perfectamente elaborado y tiene sentido. Y sin embargo, me cuesta horrores hablar hacia el exterior. Vosotros me veis callada, pero mi discurso interior no cesa, y a veces me distrae de lo que dicen los demás, puesto que yo sigo escuchándome a mi misma. Tengo que hacer un gran esfuerzo para escuchar lo que dicen los demás, puesto que mi cabeza, adelanta acontecimientos, se pone por delante y elabora discursos al oír al otro en que en mi cabeza, pongo palabras en la boca del otro. Tengo que pararme y decirme: -para el discurso interior y escucha, escucha al otro, lo que te dice, y no adelantes acontecimientos, ni discursos, que el otro no ha dicho-.
Con la edad se va aprendiendo a controlar el discurso interior y escuchar más a tu interlocutor y es que a medida que te socializas más e interactúas más con otras personas, esto ayuda a elaborar mejor el discurso exterior, puesto que el interior lo dominas desde pequeña, pero al ser tímida y no relacionarte mucho, esto te lleva a que no practiques tu discurso exterior todo lo que deberías. Por esto es tan importante estas actividades de divulgación de la poesía, el leer en el Parque del Retiro y presentar mi propio poemario, me da herramientas y posibilidad de practicar mi discurso exterior. Y tengo que decir que la experiencia es positiva, me da confianza en mi misma y aumenta la autoestima.
Si esto se enseña en las escuelas es mucho mejor, para los niños tímidos, el darle esta clase de herramientas y socializarse en campamentos de verano por ejemplo.
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