Discapacidad y Soledad

 

Os quería traer este aspecto de la discapacidad que está muy generalizado, ya que al sentirnos diferentes, y me incluyo aunque yo lo he tenido fácil y estado en un ambiente muy estimulado, rodeada de cariño y amor. Dentro y fuera de la familia, con familia y amigos que me quieren. Pero a pesar de eso, he sido muy solitaria. Y ya es que me gusta, la soledad. Pero entiendo que en muchos es por su falta de movilidad y espacios rurales y pocos accesibles. Y poca oferta cultural o por las barreras arquitectónicas, que no le has sido posible. En estos dos artículos que os traigo lo explica mejor.

Soledad forzosa de las personas con discapacidad

La inclusión de las personas con discapacidad pasa por su presencia y participación en los distintos ámbitos de la vida social como el empleo, la educación, el ocio y las relaciones personales. Sin embargo, con frecuencia, estas personas experimentan situaciones de aislamiento y soledad no deseada.

De acuerdo con la EDAD 2008, 607.300 personas con discapacidad residen en hogares unipersonales, esto supone el 16% del total de las personas con discapacidad. El 74% de las personas con discapacidad que viven solas son mujeres.

Por su parte, según el estudio “La Soledad en España” de Díez Nicolás, J. y Moreno Páez, M, (2015), basado en una encuesta, más de un 20% de las personas con discapacidad vive sola y un 38% de estas personas lo hace de forma obligada. El estudio apunta también que las personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual experimentan en mayor medida sentimientos de soledad.

Los factores que explican esta situación de soledad obligada son diversos:

La falta de accesibilidad: Según el reciente estudio la Fundación Mutua de Propietarios, alrededor de 100.000 personas con movilidad reducida no sale nunca de casa por la falta de accesibilidad del inmueble en el que residen.

Por otro lado, los datos de la Encuesta de integración social y salud señalan que una de cada tres personas con discapacidad no asiste a eventos culturales debido a las dificultades para acceder o moverse por los edificios.

La situación de actividad. Se observa que las personas con discapacidad que cuentan con un empleo o alguna actividad formativa encuentran más espacios de comunicación y relación con otras personas que aquellas que no cuentan con una actividad.

El entorno en el que residen: De acuerdo con el informe sobre personas con discapacidad en el medio rural, las personas que residen en zonas rurales experimentan en mayor medida situaciones de aislamiento y soledad, en especial en el caso de las mujeres.

Dos datos para ilustrar esta situación:

El 86% de las personas con discapacidad que reside en zonas rurales encuentra barreras para salir de casa. En zonas urbanas este porcentaje es del 79%.

El 90% de las personas con discapacidad que reside en zonas rurales encuentra barreras para la actividad de ocio.

Fragilidad de las redes de apoyo. El informe Olivenza 2018 señala que el 21,5% de las personas con discapacidad tiene relaciones de amistad precarias, es decir, cuenta con pocas oportunidades para hacer o mantener amigos. Este porcentaje es del 12,7% en las personas sin discapacidad.

El VIII Informe FOESSA apunta que el 5,8% de las personas con discapacidad experimenta aislamiento social frente al 2,8% en la población sin discapacidad. Otro dato que se apunta en este informe es que el porcentaje de personas con falta de relaciones o de apoyos dentro del hogar es un 8,6% en los hogares de personas con discapacidad, y un 5,2% del resto de hogares.

Se puede actuar sobre estos factores aplicando medidas de accesibilidad de acuerdo con la legislación vigente; ofreciendo oportunidades para el empleo y la formación, la vida independiente y la propia inclusión comunitaria. Por otra parte, es necesario que la actuación sobre estos factores considere por un lado, la cuestión de género y por otro, la situaciones de discapacidad especificas (enfermedad mental, discapacidad intelectual, sordoceguera…) y los códigos de comunicación (Lengua de signos).

Fuente: observatoriodeladiscapacidad.info


Buenas prácticas contra la soledad de las personas con discapacidad

La soledad no deseada nos afecta como sociedad, en toda nuestra diversidad, por lo tanto, son necesarias acciones que atiendan a los diferentes colectivos sociales que se ven afectados por la soledad no deseada, en especial aquellos más vulnerables a ella, como son las personas con discapacidad, las personas mayores, o las personas que viven en medios rurales.

De acuerdo con el estudio La soledad en España, publicado en 2015 por la Fundación ONCE y Fundación AXA, el 23% de las personas con discapacidad dice sentirse sola con mucha frecuencia. Recientemente, el estudio Un acercamiento a la soledad no deseada en las personas con discapacidad visual presentado por el Grupo Social ONCE en 2022, que encontró que el 34,9 % de las personas con discapacidad visual siente soledad a veces (el dato para la población general según el CIS es del 38,8 %), mientras que el 6% siente soledad siempre (3,6 % para el conjunto de la población española).

Ámbitos clave de la soledad de las personas con discapacidad

Personas cuidadoras y perspectiva de género

Además, es importante abrir las intervenciones para paliar la soledad no deseada de las familias y personas cuidadoras de las personas con discapacidad, que en muchos casos también sufren situaciones de soledad no deseada derivada de la discapacidad de sus seres queridos. Esto afecta especialmente a las mujeres, que han asumido tradicionalmente las labores relacionadas con los cuidados en nuestra sociedad.

La soledad no deseada de las personas cuidadoras suele pasar desapercibida. Las personas cuidadoras que sienten soledad no deseada ven tres factores principales como causas y soluciones al mismo tiempo:

El nivel de contacto social

El tiempo disponible

La situación económica

Es también esencial atender a las mujeres y niñas con discapacidad que, de acuerdo con la Estrategia Española de Discapacidad 2022-2030, representan el 60% de este colectivo y viven una doble exclusión derivada de la intersección entre género y discapacidad. Como señala la Estrategia, no solo son exclusiones que se suman sino que se multiplican en su intersección, distanciándolas de cualquier esfera de inclusión.

Relaciones sociales

La soledad no deseada afecta a las personas que la padecen en ámbitos tan importantes como la salud mental y física, las relaciones sociales y la participación social. De acuerdo con el Informe de percepción social de la soledad no deseada del Observatorio SoledadES, las personas con discapacidad se identifican como uno de los colectivos que más sufren soledad no deseada: más de un 32% de las personas encuestadas considera a las personas con discapacidad uno de los dos grupos que sufren más soledad.

Las personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo tienen grandes dificultades para relacionarse con otras personas (62%) o no tienen ningún amigo o amiga (38%). Las personas con discapacidad están expuestas a un mayor riesgo de sufrir acoso escolar en todos los niveles educativos, incluso el universitario. Así lo indicó Pilar Villarino durante su intervención en el propio Seminario de Discapacidad y Soledad del 3 de noviembre.

Comunidad

Es fundamental lograr la vinculación de las personas a los recursos y servicios comunitarios. Los programas y acciones deben favorecer que la persona se vincule a su entorno comunitario, como hace el Servicio VinclesBCN, pero también que las comunidades se preocupen por el bienestar de sus miembros.

Las personas con discapacidad enfrentan a diario situaciones que les separan de sus comunidades, como la falta de accesibilidad de sus entornos, la inactividad forzosa, la estigmatización o la ausencia de apoyo a su autonomía personal. Por ello, es necesaria su plena inclusión en la sociedad, garantizando que todos los servicios y programas que se pongan en marcha por parte de la Administraciones Púbicas tengan en cuenta la inclusión de las personas con discapacidad. Preferiblemente desde la concepción y puesta en marcha del servicio. Pero si no es así, se deben hacer adaptaciones de los programas que permitan la inclusión de las personas con discapacidad. 

Envejecimiento activo

Más del 60% de las personas con discapacidad son mayores de 65 años. La estimulación del envejecimiento activo sirve como método preventivo de la aparición de la soledad no deseada y también de ciertas situaciones de discapacidad. De hecho, más de un 20% de las personas con discapacidad viven solas y un 38% de ellas viven en soledad no deseada. Este es un factor de riesgo especialmente presente entre las personas mayores.

Se puede ayudar a fomentar el envejecimiento activo y prevenir la aparición de discapacidades derivadas de la edad a través de acciones como adaptar e intensificar los apoyos para atender a las necesidades del envejecimiento y deterioro prematuro de las personas con discapacidad, especialmente las personas mayores, incluyendo a aquellas que adquieren una discapacidad, potenciando el de envejecimiento activo y mantenimiento de su participación en la comunidad y la prevención de la soledad no deseada.

Por ello, una de las peticiones relacionadas con la prevención de la soledad no deseada es la de garantizar el derecho a envejecer dignamente, a elegir libremente el lugar donde vivir, en un entorno facilitador y accesible, con los apoyos que cada persona necesite para evitar el aislamiento social. Promoviendo un modelo de cuidados con base familiar, programas de aprendizaje permanente y voluntariado activo de las personas con discapacidad mayores, avanzando hacia un modelo de desinstitucionalización.

Aprendizajes, reflexiones y buenas prácticas

La discapacidad es un elemento que se debe transversalizar a todos los servicios públicos que se ofrecen, como son las acciones contra la soledad o los servicios sociales.

Las mujeres y niñas con discapacidad representan el 60% de este colectivo y están expuestas a la doble exclusión, también por su género.

La estimulación del envejecimiento activo sirve como método preventivo de la aparición de la soledad no deseada y también de ciertas situaciones de discapacidad. Más del 60% de las personas con discapacidad son mayores de 65 años.

Los niveles de soledad no deseada detectados en personas con discapacidad tienen tendencia a ser más altos que los de la media de la población general.

La sensibilización y la accesibilidad son dos de las grandes herramientas para abordar la soledad no deseada de las personas con discapacidad.

La soledad no deseada de las personas cuidadoras suele pasar desapercibida.

Las personas cuidadoras que sienten soledad no deseada ven tres factores principales como causas y soluciones al mismo tiempo: el nivel de contacto social, el tiempo disponible y la situación económica.

El trabajo conjunto y la puesta en común de experiencias entre entidades favorece la innovación y la obtención de resultados positivos.

Es fundamental contar con los destinatarios de un proyecto en todas las fases del proceso.

Cómo se diseñan las ciudades tiene que ver con que haya espacios de encuentro y de intercambio públicos o que no los haya, por ejemplo, la ubicación de las paradas de autobús o el acceso al transporte público.

Los proyectos y acciones contra la soledad de las personas con discapacidad que se pongan en marcha deben incorporar el enfoque comunitario.

Hay soledades y discapacidades. La soledad no deseada no afecta de la misma manera a todas las personas con discapacidad, aunque sí las afecta con mayor frecuencia que a la población general.

Las personas con discapacidad están en mayor riesgo de exclusión, están más expuestas a la soledad no deseada.

Con la implicación activa de la comunidad educativa, se puede combatir la soledad forzosa que provoca el aislamiento del alumnado con discapacidad.

Fuente: Sociedades.es

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