¿Me resbala? No

Acrílico sobre papel acuarela.
Creación propia.

 

La mayoría de las veces no contesto. ¿Me resbala? No. No me resbala, me hiere, pero hago de tripas corazón y sigo, sigo con mi vida hacia delante. Sí, no contesto, es verdad, me voy, ignoro la situación, si no se me enfrenta y me obliga a contestar, entonces me enerva, me molesta. Intento mediar en lo posible, a veces no se puede y entonces saltas, discutes y yo por lo menos lloro, porque me puede, dialécticamente, me puede, es más fuerte, domina más el lenguaje, es de reacción y de respuesta rápida y yo no, yo me trabo, soy de reacción lenta y siempre pierdo en las discusiones, por eso callo, por eso, las evito en la medida que puedo. Sí, las evito, pero no me resbalan, no, me hieren. Y te sientes impotente. ¿Cómo hago? Lloro y me voy herida de muerte. Sí y esa persona ya la tratas desde entonces lo menos posible. Pero a veces no puedes evitarla. Y siento más impotencia si cabe. Quisiera desaparecer, hacerme una flor, un pájaro, un hada, buscar al genio de la lámpara y pedirle mis tres deseos y uno sería desde luego, ser más hábil con las palabras, reaccionar más rápidamente y que me quitara mi discapacidad. La mente a veces te hace malas pasadas, te la juega, y me paraliza el habla. 

Me gustaría reaccionar mejor, pero cuando te hieren las palabras. Me evado, sí, y sigo mi vida hacia delante. ¿Me resbala? No, no me resbala. Me voy herida de muerte.

Soy lágrima. Nacida en el vientre de tu pupila. Muriendo en el mar de tu boca. Trágame y hazme tuya, bendecida.

Sí, me hago lágrima y entonces sí, resbalo por tu mejilla. Sí, ahora sí me resbala tu respuesta, tus palabras. Y me hacen más fuerte a la vida. 

Soy sensible, soy lágrima. Soy sal del mar, que te escuece y lloras. A ver si te pones en mi piel. Porque no podrás calzar nunca mis zapatos.