Discapacidad y Jesucristo

 


Os quería hablar de la discapacidad y Jesucristo porque, él fue el primero en el nuevo testamento de tenerlos en cuenta, de escucharles, y hasta de sanarles y de que fueran reconocidos y aceptados en la sociedad. 

Y por otro lado de la resurrección y la discapacidad e incomprensión de los apóstoles a la hora de darse cuenta de que verdaderamente era él el resucitado,el que se les aparecía y la controversia de que fuera él verdaderamente quien se les apareció. Lo discutible de la poca fe que tuvieron al interpretar las escrituras y no entender en sí la resurrección de Jesucristo y es que a quien no se le hace difícil entenderlo. Pues a cualquiera. Yo misma dudo y soy creyente, pero me cuesta creer en la resurrección. En esos tiempos era muy comprensible después de todo lo vivido en la pasión. El lamentarse, el quedarse en el llorar a Jesús por su muerte. ¿Pero cómo creer que de verdad lo que decía, fuera cierto u otra de sus fábulas, tantas que contaba, como pequeños cuentos para que entendieran el misterio de Jesús y sus enseñanzas?. Todo su apostolado fue a base de pequeños cuentecillos, para que la gente humilde que lo seguía comprendiera lo que iba a pasar. Para que amasen a los niños que por entonces no se les tenía en cuenta. Para que amasen a los discapacitados, que eran rechazados. Que respetasen a la mujer, que era humillada. Y comprendieran la pasión, y muerte que le sobrevendría. ¿Pero cómo comprender la resurrección?, era algo fuera de toda lógica y comprendo el estupor y sobresalto de las mujeres y la negación de sus más allegados y queridos apóstoles, menos el apóstol amado, Juan. 

Abría mucho que discutir aquí y reflexionar sobre lo que de verdad quiere Jesús de nosotros con todo su padecimiento en la cruz y la discutible resurrección.

Yo lo interpreto como que carga con el dolor de los afligidos en el mundo y muere y resucita cada año, para darnos la oportunidad de redimirnos, de perdonarnos a nosotros mismos y nuestros hermanos. Si esto fuera entendido.... El muere en la cruz cada vez que hay una guerra; que un niño es rechazado; que una mujer es humillada y muerta por su agresor; que un discapacitado es rechazado. Cada vez que no entendemos al hermano, al amigo. Jesús muere y resucita cada año, por cada uno de nosotros en particular y por el mundo en general. Para que este mundo siga existiendo y las pequeñas acciones, los pequeños granitos de arena, la bondad de las pocas personas que se desviven en los hospitales, médicos, ONG, los maestros, bomberos, policías. Por cada granito de arena se haga una cadena de bondad que nos salve de la barbarie, del egoísmo, de las guerras, de las malas políticas, de los malos gobiernos, de las malas praxis.

Y os pongo unos textos de referencia sobre como  Jesús atendió a los discapacitados y textos sobre la resurrección, como fue entendida o más bien no entendida por los suyos. 


La discapacidad intelectual (y Jesús de Nazaret)

¿Como abordar la discapacidad desde una posición que trata de seguir la estela de Jesús de Nazareth? 

Nos basta con abrir el evangelio. Está plagado de ejemplos, alusiones, actos reales y directos de atención a las personas que muestran dificultades, limitaciones. Tan reales y directos que se consideran milagros. Y por si alguien lo duda, ahí está el “Venid benditos de mi Padre, porque...”. Alguien comentó una vez: «Hoy Jesús añadiría: ‘Ven bendito de mi Padre, porque yo no sabía cómo aprender a hablar y a leer, y tú me enseñaste’». Atender a las que hoy llamamos “personas con discapacidad” es, por tanto, el mandato más pertinaz y constante del evangelio; es un imperativo; es su leit motiv. Si esa discapacidad afecta, además al intelecto, a las capacidades cognitivas y adaptativas, es la vida misma de la persona y su proyecto de vida los que conforman su debilidad y la dependencia que desarrollan respecto a nosotros. Por eso nos urge tanto. Un creyente que no asuma esta realidad y la incorpore en su vida real está virtualmente apostatando de su fe. Esa es la razón de que resulten desgarradores los ejemplos de instituciones eclesiales que cierran sus puertas o limitan la acogida de escolares en sus centros educativos. Y por eso resultan tan luminosas aquellas otras que centran su ideario y su praxis en el servicio a los más débiles. No nos engañemos: no es cuestión de emociones sino de proyectos.

La contemplación del Jesús que sana —que se preocupa y hasta destruye la regla suprema del sábado a la hora de atender a los débiles— es un grito a favor de la dignidad humana. Quien lo asume reta a las propias reglas de la evolución biológica porque contribuye a que no pervivan sólo los más fuertes. Nos salvamos juntos. 

No quiero dejar de comentar otro aspecto que suele ser soslayado con frecuencia: la capacidad de la persona con discapacidad intelectual para forma parte como miembro efectivo de la comunidad de Jesús. Aunque es un tema que abarca muchos matices, resulta emocionante constatar su capacidad de captar lo inefable. En cualquier caso, la filiación divina no es un premio al esfuerzo intelectual sino un don absolutamente gratuito.

Fuente:Pastoralsj.org 


“Vayan a los cruces de los caminos”: biblia y discapacidad

Lucas 5, 17-26) vemos que se encuentra al inicio de cinco discusiones entre la ley y el evangelio. Jesús, desde el inicio de su ministerio de sanación, quiere poner en claro que la ley puede ayudar como limitar, si es que no se pone al centro la dignidad de toda persona humana. La ley puede dar el diagnóstico, pero no es el médico. La Buena Noticia, que es Jesús mismo en sus acciones sanadoras, es la mejor terapia para todos los heridos de la historia. Jesús enseña que Dios es más que la ley y que la conciencia. En este pasaje Jesús, en nombre de Dios, sana y perdona los pecados –lo que genera un gran escándalo para los que se creen justos-. Estas dos acciones van de la mano, porque un cuerpo se sana cuando la sociedad da las condiciones para sostenerlo. Una sociedad es sana cuando es capaz de perdonarse y perdonar. Así, el perdón tiene como finalidad mostrar el poder de Dios.

En el versículo 4 del pasaje se narra cómo los amigos del paralítico abren el techo para que este baje a donde está Jesús, siempre al costado de los que están abajo. Frente a las y los discapacitados no nos queda más que abrir la mente y el corazón para dejar entrar la luz de la igualdad y el aire fresco de la solidaridad y el compromiso por los mismos derechos. Abrir todo lo que impide el encuentro auténtico con el otro, para que llegue la luz regeneradora de relaciones humanas justas, equitativas y sanas.

El poder de Jesús se canaliza en un pedido: “¡Levántate!” (v. 11). La acción sanadora de Jesús hacia la humanidad es el pedido de comprometerse a no perder lo adquirido por naturaleza y promoverlo en lo social. Levantarnos para eliminar la dolencia física y social, eliminar el estigma de la discriminación y el prejuicio.

Esta acción inicial de Jesús inunda narrativamente varias de las parábolas que vienen después. Por cuestión de espacio, nos quedamos en aquellas que hacen referencia al Reino de Dios como un banquete, y quiénes son los realmente invitados. Lucas 14, 15-24 y su paralelo en Mateo 22, 2-10, son una oda a los preferidos de Dios y de modo indirecto refleja el desinterés, la excusa y falta de gratuidad de los y las que se sienten ya invitados. El dueño de la fiesta es claro: “Sal en seguida a las plazas y calles del pueblo, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a los ciegos y cojos” (Lc. 14, 21). La “Iglesia en Salida” que propone el Espíritu en este tiempo eclesial, no es otra cosa que este pedido. Salir es encontrar, promover, sostener, luchar por el reconocimiento de todos y de todos sus derechos. Pero esto no es una guerra o proselitismo, es una comida, un banquete, donde la gratuidad y la alegría caracterizan las relaciones equitativas.

Seguimiento y promoción: liberarse de toda parálisis social

El seguimiento de Jesús y a Jesús que propone el Nuevo Testamento es salir de todas esas parálisis internas que hacen que se mire al otro con algún rasgo de inferioridad, más aún cuando hay condiciones físicas que pudieran presuponerlo. Discapacidad nunca es sinónimo de incapacidad. Las parálisis y las limitaciones internas son más radicales porque no son fáciles de reconocer y pueden pasar desapercibidas al punto de ser socialmente aceptables. Esta actitud del creyente en el Dios de Jesús, ya lo narra el libro de los Hechos de los Apóstoles en dos acciones sanadoras de los primeros discípulos de Jesús, después de su muerte y resurrección. Así, en Hechos 3, 1-10, un paralítico es sanado por Pedro y Juan. Y más adelante, en Hechos 9, 32-35, se vuelve a narrar un acontecimiento similar con el paralítico llamado Eneas.

Como se ve, en este breve recorrido bíblico sobre la discapacidad, encontramos una realidad que dinamiza y que permite abrir los ojos, caminar e involucrarse frente a una sociedad que necesita constantemente ser sanada del prejuicio, la indiferencia y la discriminación. Quien quisiera tener la Palabra de Dios en lenguaje humano como guía está invitado e invitada a hacer suya la aventura de Jesús y encarnar en su vida las acciones de aquel que «recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando entre el pueblo toda clase de enfermedades y dolencias. (Y cuya) fama se difundió por toda Siria, de modo que le traían todos los que padecían diversas enfermedades o sufrían achaques: endemoniados, lunáticos, paralíticos, y él los sanaba» (Mateo 4, 23-24).

Fuente: Intercambio.pe


La resurrección de Jesucristo

Jesús de Nazaret es el Redentor resucitado, y yo testifico de todo lo que se desprende del hecho de Su resurrección.

Un sentimiento devastador de derrota y desesperación embargaba a Sus discípulos mientras Jesús sufría y agonizaba en la cruz, y cuando Su cuerpo sin vida fue colocado en el sepulcro. A pesar de que el Salvador había hablado varias veces acerca de Su muerte y posterior resurrección, ellos no lo habían entendido. Sin embargo, la sombría tarde de Su crucifixión pronto dio paso a la gozosa mañana de Su resurrección; pero ese gozo sólo vino cuando los discípulos se convirtieron en testigos oculares de la Resurrección, porque aun la declaración de los ángeles en cuanto a que Él había resucitado era al principio incomprensible: ¡se trataba totalmente de un hecho sin precedentes!

María Magdalena y algunas otras mujeres llegaron al sepulcro muy de mañana ese domingo, trayendo especias aromáticas y perfumes para completar la unción que se había iniciado cuando colocaron apresuradamente el cuerpo del Señor en el sepulcro antes del inminente día de reposo. En aquella mañana extraordinaria, ellas hallaron abierto el sepulcro, la piedra que lo cubría había sido removida, y dos ángeles las saludaron declarando:

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

“No está aquí, sino que ha resucitado; acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,

“diciendo: Es menester que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día”

“Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.

“E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos”

Conforme mandaron los ángeles, María Magdalena miró dentro de la tumba, pero al parecer, lo único que captó su mente fue que el cuerpo del Señor había desaparecido. Ella corrió a informar a los apóstoles, y hallando a Pedro y a Juan, les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto”. Pedro y Juan corrieron al sepulcro y comprobaron que, efectivamente, la tumba estaba vacía, y vieron “los lienzos puestos allí, y el sudario que había estado sobre su cabeza… enrollado en un lugar aparte”4. Al parecer, Juan fue el primero en entender el magnífico mensaje de la resurrección. Él escribe que: “vio y creyó”, mientras que los otros “aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que [Jesús] resucitase de entre los muertos”

Pedro y Juan se fueron, pero María se quedó allí llorando. Entretanto, volvieron los ángeles y le preguntaron tiernamente: “Mujer, ¿por qué lloras? [Ella]… les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. En ese momento, el Salvador resucitado, de pie detrás de ella, le habló: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”

El élder James E. Talmage escribió: “Era Jesús, su querido Señor, a quien hablaba, pero no lo sabía. Una palabra de sus labios vivientes transformó su vehemente dolor en gozo extático. Jesús le dijo: ‘¡María!’ La voz, el tono, el tierno acento que ella había escuchado y amado en días anteriores la elevó de la profundidad desesperante en que había caído. Se volvió y miró al Señor, y en un arrebato de alegría extendió los brazos para estrecharlo, pronunciando una sola palabra de cariño y adoración, ‘Raboni’, que significa mi amado Maestro”

Y así, esta bendecida mujer llegó a ser la primera de todos los seres mortales en ver al Cristo resucitado y en hablar con Él. Más tarde, ese mismo día, Él se apareció a Pedro en Jerusalén o cerca de allí; luego a dos discípulos en el camino a Emaús y en la noche, a diez de los apóstoles y otros creyentes, apareciendo de repente en medio de ellos, diciendo: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo”. Y entonces, para convencerlos, ya que “ellos, de gozo, no lo creían y estaban maravillados”, comió pescado asado y un panal de miel delante de ellos. Posteriormente, les mandó: “Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y en Samaria y hasta lo último de la tierra”.

Además de estos testigos confirmados en Jerusalén, tenemos el incomparable ministerio del Señor resucitado entre los antiguos habitantes del hemisferio occidental. En la tierra de Abundancia, Él descendió del cielo e invitó a la multitud allí congregada, unas 2.500 personas, a adelantarse uno por uno, hasta que todos hubieron llegado y metido sus manos en Su costado, y palpado las marcas de los clavos en Sus manos y en Sus pies.

“Y cuando todos hubieron ido y comprobado por sí mismos, exclamaron a una voz, diciendo:

“¡Hosanna! ¡Bendito sea el nombre del Más Alto Dios! Y cayeron a los pies de Jesús, y lo adoraron”.

La resurrección de Cristo demuestra que Su existencia es independiente y eterna. “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo”. Jesús dijo:

“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

“Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”.

La vida del Salvador no depende de alimentos, de agua, de oxígeno ni de otras substancias, poderes o personas. Ya sea como Jehová, o como el Mesías, Él es el gran Yo Soy, el que existe por Sí Mismo. Sencillamente, Él es y siempre será.

Mediante Su expiación y resurrección, Jesucristo ha vencido todos los efectos de la Caída. La muerte física será provisional y aun la muerte espiritual tendrá un final, porque todos regresarán a la presencia de Dios, al menos temporalmente, para ser juzgados. Podemos abrigar la máxima confianza y seguridad en Su poder para vencer todo lo demás y otorgarnos la vida eterna.

“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

“Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados”.

En palabras del élder Neal A. Maxwell: “La victoria de Cristo sobre la muerte dio fin a la situación precaria del género humano. Ahora sólo quedan situaciones precarias individuales, y de ellas también podemos ser rescatados, siguiendo las enseñanzas de Aquél que nos rescató de la extinción general”.

Habiendo satisfecho las demandas de la justicia, Cristo ahora se adentra en el lugar de la justicia; o podemos decir que Él es justicia, tanto como Él es amor. Asimismo, además de ser un Dios perfectamente justo, Él es un Dios perfectamente misericordioso. Por tanto, el Salvador enmienda todas las cosas. Ninguna injusticia en la mortalidad es permanente, ni aun la muerte, porque Él restaura la vida nuevamente. Ninguna herida, discapacidad, traición o abuso queda sin compensación al final, gracias a Su justicia y misericordia supremas.

De igual modo, todos nosotros rendimos cuentas ante Él por nuestras vidas, nuestras elecciones, nuestras acciones e incluso, nuestros pensamientos. Porque Él nos redimió de la Caída, nuestras vidas son realmente Suyas. Él declaró:

“He aquí, os he dado mi evangelio, y éste es el evangelio que os he dado: que vine al mundo a cumplir la voluntad de mi Padre, porque mi Padre me envió.

“Y mi Padre me envió para que fuese levantado sobre la cruz; y que después de ser levantado sobre la cruz, pudiese atraer a mí mismo a todos los hombres, para que así como he sido levantado por los hombres, así también los hombres sean levantados por el Padre, para comparecer ante mí, para ser juzgados por sus obras”.

Consideren por un momento la importancia que tiene la Resurrección para aclarar de una vez por todas la verdadera identidad de Jesús de Nazaret y los grandes debates filosóficos y las preguntas primordiales de la vida. Si Jesús realmente resucitó de forma literal, entonces forzosamente se concluye que Él es un personaje divino. Ningún ser mortal tiene el poder en sí mismo para volver a la vida después de morir. Debido a que Él resucitó, Jesús no puede haber sido sólo un carpintero, un maestro, un rabí o un profeta. Debido a que Él resucitó, Jesús tiene que haber sido un Dios, aun el Hijo Unigénito del Padre.

Por tanto, lo que Él enseñó es verdad; ya que Dios no puede mentir.

Por consiguiente, Él es el Creador de la tierra, tal como Él dijo.

Entonces el cielo y el infierno son reales, como Él enseñó.

Entonces existe un mundo de los espíritus que Él visitó después de Su muerte.

Por lo tanto, Él vendrá de nuevo, como dijeron los ángeles, y “reinará personalmente sobre la tierra”.

Por consiguiente, habrá una resurrección y un juicio final para todas las personas.

Dada la realidad de la resurrección de Cristo, carecen de fundamento las dudas acerca de la omnipotencia, la omnisciencia y la benevolencia de Dios el Padre, quien dio a Su Hijo Unigénito para la redención del mundo. Las dudas en cuanto al significado y propósito de la vida son infundadas. Jesucristo es, efectivamente, el único nombre y el único medio por los que la humanidad puede recibir la salvación. La gracia de Cristo es real, y brinda perdón y purificación al pecador arrepentido. La fe ciertamente es más que un producto de la imaginación o una invención psicológica. Existe una verdad suprema y universal, y hay normas morales objetivas e inmutables, como Él enseñó.

Dada la realidad de la resurrección de Cristo, el arrepentirnos de cualquier violación de Su ley y Sus mandamientos es tanto posible como urgente. Los milagros del Salvador fueron reales, como lo es Su promesa a Sus discípulos de que ellos harían las mismas obras, y aún mayores. Su sacerdocio es, por ende, un poder real que “administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios. Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad”. Siendo real la resurrección de Cristo, la muerte no es nuestro fin, y después de deshecha ésta nuestra piel, aún hemos de ver en nuestra carne a Dios.

El presidente Thomas S. Monson nos habló acerca de Robert Blatchford, quien hace cien años “en su libro God and My Neighbor [Dios y mi prójimo],… atacó con vigor las creencias cristianas que gozan de aceptación, tales como Cristo, la oración y la inmortalidad, y aseguró con osadía: ‘Afirmo haber demostrado de un modo tan pleno y decisivo todo lo que me propuse, que ningún cristiano, no obstante su grandeza y su capacidad, puede rebatir ni redargüir mis argumentos’. Este hombre se rodeó de un muro de escepticismo hasta que ocurrió algo sorprendente: ese muro de pronto se desmoronó… Lentamente empezó a volver a la fe que había despreciado y ridiculizado. ¿Qué fue lo que produjo ese profundo cambio en su actitud? La muerte de su esposa. Con corazón quebrantado, entró en el cuarto donde reposaban los restos mortales de su esposa y volvió a contemplar aquel rostro que tanto había amado. Salió y le dijo a un amigo: ‘Es ella, y al mismo tiempo no lo es; todo está cambiado. Había algo que ahora no está; no es la misma. ¿Qué puede faltar si no es el alma?’”.

¿Realmente murió y resucitó el Salvador? Sí. “Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso”.

Cuando estaba por acontecer el profetizado nacimiento de Jesús, hubo entre los nefitas y los lamanitas quienes creían, aunque la mayoría dudaba. Finalmente, se dio la señal de Su nacimiento: un día, una noche y otro día sin oscuridad, y todos supieron. Asimismo, en la actualidad, algunos creen en la resurrección literal de Cristo, y muchos dudan o no creen. Pero algunos saben. Cuando llegue el momento, todos verán y todos sabrán; de hecho, “toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará ante él”.

Entre tanto, yo creo en los muchos testigos de la resurrección del Salvador, cuyas experiencias y testimonios se encuentran en el Nuevo Testamento: Pedro y sus compañeros de los Doce, y la querida y pura María de Magdala, entre otros. Creo en los testimonios que se hallan en el Libro de Mormón: el de Nefi, el apóstol, junto con la multitud en la tierra de Abundancia, entre otros. Creo en el testimonio de José Smith y Sidney Rigdon, quienes, luego de muchos otros testimonios proclamaron el gran testimonio de esta última dispensación: “¡Que vive! Porque lo vimos”. Bajo la mirada del ojo de Dios, que todo lo ve, me levanto yo mismo como testigo de que Jesús de Nazaret es el Redentor resucitado, y yo testifico de todo lo que se desprende del hecho de Su resurrección. Que ustedes reciban la convicción y el consuelo de este mismo testimonio, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

Fuente: churchofjesuschrist.org


Comentarios

  1. Qué maravilla!! Jesucristo nos amó hasta el extremo y tuvo una muerte en cruz 🙏🙏 padeció lo indecible siendo inocente... Jesús es misericordioso con todos y pasó haciendo el bien. Él se desvivía por los más necesitados tanto espiritual cómo físicamente. Hoy es el domingo dedicado a la divina Misericordia de Jesús. El primer domingo después del de Resurrección. Cómo cristianos que somos claro que nos cuesta entender la Resurrección de Jesucristo... pero no se entiende por los ojos de la carne sino por los ojos de la Fé. Jesús toca el corazón... dejémonos guiar por Él...Confiemos en su sagrado Corazón porque es eterna su misericordia para con nosotros. Dios es lento a la ira y rico en misericordia...Que Jesús nos resucite de lo que cada uno necesita resucitar... Feliz Pascua de Resurrección!! 😍❤️💗😍❤️😘🙏🙏🙏🌹🌹🌹🌹🎁🦋💕💒💕💕💕💕😇🦋🦋😇💞💞🕯️🕯️💞🕯️💞💐💐💐💐💐

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    1. Gracias por tu siempre atinado comentario. Mucha fuerza 💪🏻 y ánimo para con tu familia 👪 💪 💜 🤗🦋🧜‍♀️🌹🧚‍♀️🥰💝😘😘

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  2. Gracias a ti siempre bonitaaaa mía y gracias por tus palabras y por compartir tus maravillosos escritos.👏👏💐💐💞💞🕯️😇🦋💕🌹🎁💒❤️🙏❤️😍😘😘😘

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