El sentido de mi vida

 

El sentido de mi vida cada vez lo veo más claro y es Dios. Y en él, desde él, me siento libre de ser, pensar, sentir y existir desde mi centro en esa libertad. 

Después de haber amado intensamente y conocer a los hombres,  cada vez me doy más cuenta, que la vida en pareja no es lo que quiero y mi lucha por sobrevivir; estudiar, trabajar, lo centró todo en mi juventud. Era demasiado infantil y tenía demasiados sueños por cumplir. Si se cruzó el hombre de mi vida en mi camino, no lo vi, no me di cuenta, o no hice caso. El caso es que no hubo ocasión de conocer al que me hiciera cambiar o sentir por él algo más que una bonita amistad. No es que no haya conocido después de adulta, que si he conocido. Pero no como para convivir, ni para casarme. Se ve que no estaba de Dios. 

Mi tiempo de meditación. El tiempo de soledad. El tiempo de silencio en retiros espirituales me reafirma en que los valoro por encima de mi tiempo con la gente y el mundo. Este es demasiado ruidoso, demasiado superficial. Mi tiempo quiero que sea de calidad. Que lo ocupe en la esencia del ser y no del tener. 

El sentido de mi vida, me reafirmo cada vez más que está en Dios. Conocerle y vivir desde la esencia del ser a la tranquilidad de cuidarme y sentirme en conexión con la tierra y por medio de esa conexión, llegar a Dios. 

Para eso debo desconectar de lo superfluo y quedarme con la esencia. Tener más tiempos de silencio. De conocer la palabra de Jesús y formarme en mi comunidad. 

El final del dia es mi tiempo favorito. El que le dedico a la escritura, la lectura y a Dios.

Llegará el día que vaya hacia tí, mientras viviré en paz cuidándome, y compartiendo la esencia de existir en ti.